PRODUCTIVIDAD Y SALARIOS

En medio del debate sobre la reducción de la jornada laboral, el derecho a la desconexión y la conciliación profesional ha resurgido en medios, redes sociales e informes oficiales un debate sobre la creciente desconexión entre la productividad laboral a largo plazo y la evolución de los salarios.

Sin embargo, en España, desde 1995, los salarios reales han crecido un 16,3 % menos que la productividad por hora trabajada. Un hecho que, según la teoría económica clásica, no debería estar sucediendo, puesto que los salarios deberían incrementarse al ritmo de la productividad. Los datos parecen indicar lo contrario, pero la clave está en cómo se está midiendo esta relación de conceptos.

Trabajar más horas

La mayoría de las asociaciones de empresarios, como CEOE, Cepyme y la ATA han alertado sobre la baja productividad en España y han advertido que trabajar menos horas podría agravar el problema.

La jornada de 37,5 horas traerá consigo el registro horario. Ahora sí que habrá que cumplirlo: digital y conectado con la Administración

Cepyme, por ejemplo, destaca que el salario mínimo ya representa el 70 % del sueldo medio en las pequeñas empresaslo que podría afectar la competitividad. A su vez, la ATA ha propuesto que, para igualar la productividad media europea, los trabajadores deberían emplear 41,2 horas semanalesen contraste con las 37,5 horas que ha aprobado el Gobierno.

No obstante, según apuntaba el economista Manuel Alejandro Hidalgo para Cinco Días, este enfoque asume que la productividad es baja debido a la reducción de las horas trabajadas, sin considerar otros factores clave.

Factores clave

Si analizamos los datos en profundidad, la supuesta brecha entre productividad y salarios se explica, principalmente, por tres razones.

En primer lugar, los diferentes deflactores utilizados para medir el PIB y los salarios que, según Hidalgo, estarían generando cierta divergencia (2,2 puntos). Los deflactores son índices que ajustan los valores nominales de variables económicas para eliminar el efecto de la inflación.

En este caso, el PIB se ajusta con el deflactor del PIB, que refleja la evolución de los precios de todos los bienes y servicios producidos en el país, mientras que los salarios se ajustan con el IPC, que mide los precios de los bienes de consumo. Por esta razón, y dado que el IPC tiende a subir más rápido que el deflactor del PIB, esta diferencia genera una aparente divergencia entre productividad y salarios.

De igual modo, el incremento de las cotizaciones estaría afectando a esta percepción, puesto que la productividad no se ha vinculado con la remuneración de los salarios netos, sino con las cuotas a pagar (1,5 puntos).

Sin embargo, el elemento que más ha afectado desde 1995 a esta divergencia es la caída de la jornada media (de 32,1 horas a 30,3 horas semanales), que es la principal culpable de la reducción de los ingresos totales de los trabajadores (12,5 puntos).

En pocas palabras, si la productividad por hora crece, pero una amplia mayoría trabaja (o debe trabajar) menos horas por semana, el salario no aumenta en paralelo a la productividad laboral.

Precariedad y diferencias de sector

Por descontado, esta realidad no es sencilla, ni se puede simplificar con la idea de aumentar las horas de trabajo efectivas, como podían señalar algunos colectivos, ya que choca con el aumento del peso de intangibles y rentas empresariales (beneficios), que no siempre tienen por qué trasladarse a los trabajadores, la precariedad laboral (con un enfoque particular en el empleo parcial) y las diferencias sectoriales.

En este sentido, por ejemplo, si bien el sector servicios representa el 68 % del PIB español, en su interior conviven actividades de alta productividad con otras de baja productividad, la hostelería o las actividades administrativas. En el caso de la agricultura, cuya escasa productividad frente a la población ocupada (3,4 % del total de trabajadores) representa solo el 2,34 % del PIB. En contrapartida, la manufactura o las energéticas, que suelen ser de mayor productividad, aportaron el 16 %, pese a tener una menor contribución al empleo total.

La especialización de la economía española en sectores de baja productividad y su creciente peso en el empleo total limitan las ganancias de productividad a nivel agregado. Por lo tanto, para mejorar la productividad general, sería necesario fomentar el crecimiento de sectores más productivos y promover la innovación y eficiencia en aquellos con menor rendimiento.

Así, la aparente desconexión entre salarios y productividad en España es, en gran medida, una cuestión metodológica. No es que los salarios hayan quedado rezagados sin motivo, sino que la manera en que se mide esta relación distorsiona la percepción real del problema.

Por ello, cada vez más voces promueven enfocarse en la mejora de la productividad por hora y la reducción de la precariedad laboral, y no tanto en aumentar el número total de horas. Dicho de otro modo, elevar los salarios de manera sostenible no pasa necesariamente por trabajar más, sino por garantizar que la productividad y los beneficios generados se reflejen de manera justa en la remuneración de los trabajadores

Fuente: Pymes y Autónomos

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